Las ciudades Sustentables son ciudades que trabajan activamente hacia la sostenibilidad. Los principales factores de las ciudades sostenibles son, entre otros, el agua, la contaminación del aire, la energía y los residuos.
La idea de ciudad responde a un concepto milenario de asentamiento humano. Los seres humanos se establecen como grupo grande en un lugar, el cual adaptan para poder habitar reduciendo las incomodidades y peligros de la vida agreste.
Estas modificaciones, si bien le hacen la vida más fácil a las personas, van creando a la larga una serie de problemas ambientales y de recursos. En las ciudades de la Antigüedad, estos problemas eran reducidos, debido a que una menor población, tecnología más elemental y unas ciudades relativamente más pequeñas y menos numerosas, provocaban un impacto menor.
Pero en la actualidad, la explosión demográfica se ha sumado a tecnologías más avanzadas que producen más gasto energético; así como mayor y más peligrosa contaminación. De modo que las grandes ciudades actuales se han convertido en una bomba de tiempo ecológica, que amenaza la calidad de vida de las generaciones por venir.
En 1987, la entonces Primera Ministra de Noruega, Gro Brundtland, presidió una comisión que elaboró para la Organización de las Naciones Unidas, un informe sobre sostenibilidad ambiental que se llamó “Nuestro Futuro Común”, que daba cuenta de las preocupaciones ambientales del momento. Es por eso que en el año 2015 la ONU desarrolló una lista de 17 metas que la Humanidad debe lograr para el 2030, para alcanzar el Desarrollo Sostenible. Dentro de esas metas, una es el establecimiento de Comunidades y Ciudades Sustentables. Ciertamente, no es la única meta, pero es una de las cruciales.
¿Qué son Ciudades Sustentables?
En vista de que el término “sustentable” puede parecer un poco difuso, es conveniente aclarar de qué de se trata. La palabra evoca a algo que se puede sostener o mantener funcionando en el tiempo, y en el fondo, esa es la idea. Una ciudad sustentable se podrá mantener funcional, no solo para la actual generación de habitantes, sino también para los futuros ciudadanos que la habiten.
La preocupación por los efectos de la actividad humana en el medio ambiente y en los recursos naturales, ha crecido de manera importante desde principios del siglo XX, aunque muchos grandes movimientos nacieron al calor de los cambios culturales que se dieron en la década de 1960. Con el tiempo, el mapa de movimientos que proclaman trabajar por el medio ambiente se ha hecho muy diverso, e incluye grupos que a veces mantienen criterios opuestos, o utilizan métodos que pueden ser cuestionables.
Pero las tendencias más moderadas, apoyándose en evidencia científica e histórica, coinciden en la necesidad de hacer un uso racional de los recursos disponibles. Esto, para salvaguardar al resto de las especies de seres vivos, y para garantizar la propia supervivencia humana, que puede verse afectada si los recursos escasean.
En este sentido, la ONU ha propuesto iniciativas que incluyen un cambio radical en conceptos como el de ciudad. Dentro de sus propuestas se halla implícita la idea de no desarrollar los grandes conglomerados de concreto y acero, propios del siglo XX, y acercarse a desarrollos menos agresivos, concebidos para que las personas del futuro también los puedan disfrutar.
Los peligros de las grandes ciudades.
Es sabido que las grandes ciudades albergan numerosos peligros en el aspecto social y en el económico. Los enormes conglomerados complican la interacción humana; causando que las desigualdades económicas deriven hacia desigualdades en lo jurídico y legal. Los que menos recursos tienen no están protegidos contra eventuales abusos de los pudientes. Por otro lado, es frecuentes que ciertas zonas de la ciudad se conviertan en territorio gobernado por bandas criminales, contra las que los ciudadanos no pueden hacer nada. Y sobre eso, se encuentra el problema ambiental y de los recursos.
En primer lugar, está la excesiva acumulación de personas en espacios reducidos. Desde el punto de vista sanitario, es un peligro, por la probable diseminación de enfermedades contagiosas que se puede producir. El peligro existe aunque la ciudad cuente con buenos servicios médicos, así que se hace mayor en los países en vías de desarrollo, donde estos servicios son más precarios.
El uso indiscriminado de vehículos automotores en las ciudades grandes provoca los inevitables atascos de tráfico; además suele haber en ellas una cantidad importante de empresas e industrias dedicadas a la manufactura de bienes diversos. Estos dos ejemplos bastan para imaginar la cantidad de emisiones contaminantes que van a la atmósfera. A ello hay que sumar la cantidad de desperdicios sólidos que se generan por el consumo de las personas.
Y está la demanda de servicios. Agua, electricidad, servicios de limpieza y combustibles son enormemente utilizados en una gran ciudad. La aglomeración de edificios altos reduce la circulación de aire. Esto aumenta la demanda de ventiladores y acondicionadores de aire. Solo estos breves señalamientos dejan claro que una ciudad demasiado grande, no será una ciudad sustentable.
Características de las ciudades sustentables.
Las ciudades sustentables buscan soluciones a los problemas que se pueden producir en cualquier ciudad que crece sin ningún criterio. Para ello hay que enfocarse en los aspectos organizativo, social, económico, arquitectónico y el aspecto de servicios.
Organización de las ciudades sustentables.
Durante milenios, las ciudades se han fundado usando una estructura inicial organizada, pero han terminado creciendo de manera orgánica y desorganizada, normalmente por agregación de núcleos marginales en su periferia, que normalmente inician como barrios de bajos recursos, que se terminan consolidando sin hacer mucho más para que los habitantes puedan mejorar su calidad de vida.
Las ciudades sustentables apuestan por un crecimiento más moderado, para asegurarse de reducir el impacto ambiental de las nuevas viviendas, además de impedir nuevos asentamientos urbanos en condiciones inadecuadas. El objetivo que se persigue es la inclusión de las personas en la adquisición de una vivienda que cumpla con los mejores estándares de calidad.
El transporte y la circulación de personas es crucial en las ciudades sustentables. La intención es estimular el uso del transporte público, por lo que éste debe ser de primer nivel. También se estimula el uso de vehículos que no usen combustibles fósiles, como la bicicleta; esto incluye el diseño de paseos y caminerías para favorecer el desplazamiento a pie. Todo esto con el fin de reducir el uso de vehículos automotores, lo cual reduciría también las emisiones contaminantes.
Sociedad en las ciudades sustentables.
Para reducir la conflictividad social, que suele hacer poco sustentables a las ciudades modernas, una estrategia sustentable es hacer que los habitantes se sientan parte de su comunidad, y por lo tanto, de su ciudad.
No basta entonces con favorecer la adquisición de viviendas de alta calidad. Se debe promover entre la población nociones sobre la conveniencia de mantener esas viviendas, y con ellas el entorno, en buen estado. Que la ciudad disponga de espacios para la actividad social y el esparcimiento. Promoviendo el sentido de pertenencia entre los habitantes, será más probable que ellos quieran conservar lo que tienen.
La parte más importante, y muchas veces la más difícil, reside en lograr que los ciudadanos se sientan seguros desde el punto de vista social y jurídico. Que, en caso de conflicto, serán tratados con equidad, justicia y respeto. Esto suele ser la verdadera llave para lograr que los habitantes se sientan integrados como parte de su comunidad.
Economía en las ciudades sustentables.
El tema económico no puede ser dejado de lado cuando se quiere hacer que una ciudad sea sustentable. Para reducir la brecha económica, lo más conveniente es estimular las diferentes actividades que conforman el quehacer económico: oferta de bienes y servicios y la gestión de recursos.
Una de las actividades económicas que se puede incorporar a la economía de las ciudades sustentables es la agricultura de pequeña escala y la producción artesanal de alimentos y otros productos. Estas actividades permiten la provisión de bienes para satisfacer el mercado local, reduciendo el impacto ambiental, y reduciendo el costo de transporte.
Arquitectura en las ciudades sustentables.
La Arquitectura es, sin duda, la gran protagonista en el desarrollo de las ciudades sustentables. Deberá trabajar haciendo equipo con su disciplina afín, el Urbanismo. Esto es porque es bastante evidente que los espacios que van a ser habitados y utilizados por las personas en una ciudad sustentable, deben ser diseñados y modelados por arquitectos con conocimiento de los principios de sostenibilidad.
El primer principio que se suele tomar en cuenta para la Arquitectura sustentable es el ecológico: lograr que las estructuras diseñadas tengan el menor impacto ambiental que se pueda. Esto vale para viviendas, edificios comerciales y de oficinas; así como las vías de circulación.
En las construcciones debe tener gran peso la eficiencia energética. Para ello, por ejemplo, se diseñan edificaciones que mejoren la iluminación y la ventilación naturales, para reducir la necesidad de luminarias y acondicionadores de aire. En la actualidad, el diseño incluye el espacio para que el edificio disponga de sistemas menos contaminantes para la generación de energía, como paneles solares.
Se prefieren los materiales ecológicos de construcción, y las construcciones cuyo tamaño y orientación espacial aprovechen mejores recursos como la luz solar y las corrientes de aire. Si bien se prefiere la construcción de edificaciones de baja altura para hacer menos necesario el uso de ascensores, también es posible el diseño de edificios de altura respetable siguiendo consideraciones de eficiencia energética, como el World Trade Center de Bahrain, dotado de turbinas eólicas, o el edificio del Bank of America en Nueva York, cuyo diseño busca captar la mayor cantidad posible de luz solar.
También se hace énfasis en el diseño de un sistema eficiente de manejo de residuos. A la clasificación de desechos y al reciclaje se agregan prácticas como la promoción de materiales biodegradables, y mejoras en servicio y uso de los recursos hídricos.
La Arquitectura sustentable exige no solo un gran cuidado con las consideraciones energéticas y la prevención de la contaminación. También requiere un conocimiento minucioso de las características climáticas y geográficas del lugar donde se diseña, para buscar el mejor aprovechamiento de esos recursos.
Servicios en las ciudades sustentables.
La intención es que, en la medida de lo posible, la ciudad sustentable genere sus propios recursos. Esto es imposible de lograr al 100%, ya que ciertos bienes y servicios necesarios para sus habitantes tendrán que venir de otros sitios.
Pero algunos recursos pueden ser generados de manera autónoma: un porcentaje de la energía puede generarse con recursos renovables; también algunos alimentos se pueden producir a pequeña escala. Si se reduce el uso de automóviles, el gasto en combustibles fósiles será menor.
Esta filosofía se puede extender a otros servicios, como la salud, la educación y el entretenimiento. Suficiente actividad comercial permitirá también un alto índice de empleo, reduciendo el fenómeno de las ciudades-satélite o ciudades-dormitorio, típica fuente de ausentismo, estrés y problemas de transporte.
Ejemplos de ciudades sustentables.
Que una ciudad se vuelva sustentable no es algo que se logre a través de un decreto gubernamental; ni siquiera con un plan muy elaborado. Requiere un conocimiento de las condiciones de la ciudad, tanto en lo geográfico, como en lo económico y lo social. Esto es porque no hay una fórmula única que sirva para todas las ciudades.
Tal es el caso de Copenhague, la capital de Dinamarca, que se convirtió en ciudad sustentable a través de un proceso de 20 años, logrado en etapas. En cada etapa, se planteaba una meta más bien modesta, pero que se veía posible. La suma de las metas permitió grandes avances. Su logro emblemático es la promoción del uso de las bicicletas y los automóviles eléctricos.
Toronto, una de las grandes ciudades de Canadá, es otro ejemplo a considerar. Destacan especialmente por sus terrazas verdes, que simbolizan el equilibrio que han buscado entre la modernización y el respeto por el ambiente.
Por otra parte, está Reikjavik, la capital de Islandia. A través de programas como las promociones del uso de las bicicletas, favoreciendo las vías para estos vehículos, e incentivos al uso del transporte público, los locales quieren destacarse entre las ciudades sustentables, convirtiéndose en la primera ciudad del mundo en reducir a cero sus emisiones de emisiones de carbono. Gran meta, sin duda.