La arquitectura posmoderna, también conocida como posmodernismo, es un estilo arquitectónico que surgió a fines de la década de 1960 como una reacción contra el modernismo.
La arquitectura modernista había enfrentado una creciente crítica por sus rígidas doctrinas, uniformidad y falta percibida de contexto local y cultural. También hubo quienes se burlaron del modernismo de Le Corbusier y Ludwig Mies van der Rohe por ser demasiado sombríos, formales y austeros.
El fracaso de la construcción de métodos y materiales, tales como el colapso de Ronan Point en 1968, y el deterioro gradual de una vez-‘utopian‘ vivienda fincas, también contribuyó a la reacción contra el modernismo.
[amazon box=»8425224748″]
En 1966, el arquitecto y teórico Robert Venturi publicó ‘Complejidad y contradicción en la arquitectura‘, el catalizador del movimiento posmoderno. Venturi argumentó que las antiguas ciudades de Roma hablaban en capas históricas y yuxtaposiciones vívidas en lugar de una voz homogénea. También afirmó que los edificios, además de ser objetos diseñados, eran proezas de creación de lugares y deberían tratar de acomodar las condiciones locales del vecindario y el comportamiento público; tan individual y rico como los propios ocupantes del edificio.
Historia y origen de arquitectura posmoderna
La palabra ‘posmodernismo’ no se refiere a ningún estilo particular, aspecto en el que difiere de otras designaciones, como estilo georgiano o shingle, e incluso en este asunto, del estilo internacional, que, pese a sus múltiples significados y orígenes en arquitectura, en la década de 1950 significaba un conjunto de prácticas vagamente identificadas con los ideales de los CIAM. Pero lo que en 1950 había parecido tan prometedor, para 1970 no solo era considerado constrictivo, sino también incapaz de cumplir sus promesas. De manera creciente, los críticos empezaron a asociar el movimiento moderno con las peores formas del capitalismo, burocracia y totalitarismo.
Europa
Para los europeos, el movimiento moderno posterior a la II Guerra Mundial significaba interminables hileras de bloques de viviendas monótonos y construidos apresuradamente y sin cariño. En Europa no había ninguna Brasilia, Chandigarh o Dacca, y sí muy pocos ejemplos de movimiento moderno cívico de éxito. En Estados Unidos el movimiento moderno tuvo más éxito, y había realizado incursiones significativas en la arquitectura doméstica, había transformado completamente el paisaje corporativo e, incluso, se habían construido unos cuantos proyectos civiles de éxito, como el Lincoln Center (1956), Nueva York y el centro cívico Plaza (1965-1966), Chicago.
Pero, como en Europa, los grandes y monótonos bloques de vivienda colectiva se multiplicaron hasta el infinito, exacerbando aún más, si cabe, las tensiones sociales y raciales de la posguerra. Y así fue como se anunció la “muerte del moviendo moderno”: a las 15:32 del 15 de julio de 1972, con la voladura del grupo de vivienda colectiva Pruitt-Igoe (19521955) en Saint Louis, Misuri, construido en su día con grandes dosis de optimismo, y que fue considerado un modelo de conjunto residencial de promoción pública, pero que, en parte debido a una mala gestión y en parte a cambios de gustos y actitudes, acabó por convertirse en el auténtico símbolo de la frustración urbana y el desequilibrio racial. Fue como si los elevados ideales de la arquitectura moderna internacional hubieran quedado enterrados bajo las ruinas.
A partir de finales de la década de 1960, se empieza a observar entre muchos arquitectos un retorno a las cuestiones del contexto, la historia, las tradiciones y la forma, como un medio de revitalizar la finalidad y el significado de su profesión. Con el tiempo, las protestas contra la arquitectura moderna que empezaron en Estados Unidos se trasladaron a Europa, y se convirtieron, poco a poco, en un movimiento global que acabaría por frenar la expansión del movimiento moderno internacional. Aunque ello no ha impedido, por supuesto, que se sigan construyendo monótonas urbanizaciones para las clases bajas en todo el mundo, donde la rapidez y la eficiencia constriñen los proyectos.
La arquitectura posmoderna fue una esfera de producción única o unificada, ni tan siquiera comportó siempre un rechazo del movimiento moderno. De hecho, en la Casa del Hombre que Le Corbusier construyó para la diseñadora, coleccionista, galerista, mecenas y amiga de Le Corbusier, Heidi Weber (1965), uno de sus últimos últimos proyectos, demostró que incluso él era capaz de replantearse la estética del movimiento moderno una vez más. Dos marquesinas flotantes de acero, pintadas de gris y apoyadas sobre delgados soportes, abrigan a la casa propiamente dicha, que se organiza bajo su manto protector y que está diseñada con elementos modulares de acero, configurando unas aberturas variadas, unas veces cerradas con vidrio transparente y otras con paneles de colores brillantes.
Philip Johnson (1906-2005) aceptó el reto. Fascinado como estaba por los constructivistas rusos, construyó un edificio de oficinas constructivista en Saint Louis. Michael Graves (1934) estaba fascinado por la pintura de Le Corbusier y la arquitectura de Gerrit Th. Rietveld. En sus edificios usó el color y exaltó la metodología del collage. Otros prefirieron orientarse en la dirección del realismo social, como Robert Venturi (1925) y Denise Scott Brown (1931), una pareja de arquitectos influida por el arte pop y que fijó la mirada en la “arquitectura de la autopista” y la estética kitsch, más específicamente, en la ciudad de Las Vegas.
Charles Moore (1925-1993) formó parte de un movimiento que buscaba un compromiso personal más profundo con la arquitectura que el que proporcionaba un estudio profesional estándar. En sus escritos podemos apreciar un interés en la fenomenología, un movimiento que se desarrolló con fuerza en Estados Unidos y el extranjero, y que estaba vinculado a una tendencia hacia el conservadurismo político en arquitectura.
Pero no todo en arquitectura fue exploración libre sin reglas. Muchos arquitectos posmodernos rechazaron el humor y, más particularmente, la libertad ilimitada del proceso de proyecto, en beneficio de la autenticidad y la seriedad. Este movimiento fue especialmente acusado en Europa. El arquitecto y teórico Leon Krier (1946), una voz crítica del movimiento moderno y especialmente estridente, abogaba por un nuevo helenismo; en Inglaterra, el príncipe Carlos pedía un retorno a los estilos ingleses premodernos.
En Italia, Aldo Rossi (1937-1997) pedía coherencia tipológica para la arquitectura y desafiaba a modernos y posmodernos manteniéndose dentro de la estética brutalista, como en el vasto complejo residencial en el barrio Gallaratese en las afueras de Milán (1969-1973), proyectado por Carlo Aymonino, donde Aldo Rossi proyectó una de las manzanas con una retórica de un extremo estoicismo formalista. Sin embargo, la semilla de un ethos “regionalista” germinó en muchos lugares; se trataba de realzar, depurar y purificar significativamente los rasgos regionales para satisfacer el requisito de ser “no moderna”. La obra del arquitecto suizo Mario Botta (1943) fue considerada durante un tiempo como “regionalista”, aunque solo fuera por inspirarse, siquiera vagamente, en formas históricas. Pese a lo cual, siguió siendo moderno por la organización en planta, y monumental por su volumetría maciza.
Mientras muchos de los posmodernos más conservadores trataron de dar sentido a su arquitectura remontándose a sus raíces temporales, contextuales e históricas, Peter Eisenman (1932), junto a John Hedjuk (1929-2000) y unos pocos arquitectos más, rechazaron todo tipo de reblandecimiento de la arquitectura en la dirección de la cultura. Para mantenerse como disciplina, la arquitectura tenía que permanecer apartada de las tradiciones culturales y las demandas burguesas. Así, Eisenman creó para sus edificios un conjunto de restricciones formales que nada tenían que ver con la función o el programa. Su formalismo radical es el polo opuesto al contextualismo pop de Robert Venturi. Lo que no fue óbice para que ambos celebrasen la disyunción de expectativas en la interpretación de lo que es la arquitectura. Con todo, la arquitectura de Eisenman mantiene el foco en el proceso de proyecto mediante la búsqueda de un lenguaje autorreferente que excluye la prioridad tradicional de las necesidades del cliente. Eisenman demuestra que la función es tan flexible como la forma.
En esto se diferencia algo de Rossi, para quien el funcionalismo tenía que doblegarse a la primacía de la forma. A través de la influencia del arte pop, también la arquitectura posmoderna empezó a acomodarse al nuevo medio de la señalización gráfica y la publicidad. El Centre Georges Pompidou en París (1977-1981), proyectado por Renzo Piano y Richard Rogers, debía tener grandes carteles colgados de su estructura metálica. Los conductos de aire acondicionado son azules; los de electricidad, amarillos; los cables del ascensor, rojos; las cajas de escalera, grises; y la estructura, blanca. Dado el énfasis puesto por la arquitectura en el impacto visual, en el tema de la tecnología, los arquitectos posmodernos tenían poca cosa con la que contribuir. Sin embargo, Helmut Jahn, en su edificio de oficinas en Chicago (1979), dejó a la vista los elementos de la estructura y experimentó con nuevas formas de rascacielos que hacían presagiar el revival de este tipo de edificios en la década de 1990.
Características de la arquitectura posmoderna
En la práctica, la arquitectura posmoderna se alejó de las rígidas formalidades del modernismo y comenzó a incorporar referencias estilísticas que a menudo eran divertidas y simbólicas, utilizando técnicas como la forma, el color y el trampantojo; aplicando elementos y formas estructurales de la arquitectura clásica a los diseños modernos.
La arquitectura posmoderna tiende a caracterizarse por su estética altamente decorativa, caprichosa y kitsch; sobre todo negándose a inspirarse únicamente en una sola fuente y, a menudo, centrándose en la forma sobre la función. También tiene una naturaleza metafórica. Esto se refiere a diseños estructurales que se basan en formas que no son arquitectónicas. Un ejemplo bien conocido es el templo de Lotus de Nueva Delhi, que se basa en la forma de una flor de loto; y la Ópera de Sydney, inspirada en las velas de los barcos.
Los arquitectos buscaron incorporar elementos de diseño de múltiples estilos, rompiendo los límites entre ellos. En consecuencia, el posmodernismo es a menudo elogiado por su estilo ecléctico y alegre.
Sin embargo, también se ha enfrentado a una buena cantidad de críticas, y muchos lo han calificado de feo, superficial, derivado y, en palabras de Fredric Jameson, «la lógica cultural del capitalismo tardío». De hecho, la gran expansión urbana de Dubai ha llevado a que se le llame la » capital global de la posmodernidad «.
La posmodernidad floreció durante las décadas de 1980 y 1990, subdividiéndose en otros estilos como la alta tecnología, el deconstructivismo y el neoclasicismo. Los principales arquitectos del movimiento incluidos; Philip Johnson, Charles Moore, Frank Gehry, Michael Graves, Terry Farrell y James Stirling.
Ejemplo de edificios posmodernos notables:
Resumen sobre la arquitectura posmoderna
La arquitectura posmoderna, que surgió en las décadas de 1950 y 1960, rechazó los diseños formales y funcionales del modernismo, así como cualquier cruzada idealista para cambiar los principios de la sociedad humana a través de las artes.
La arquitectura posmoderna tiende a ser altamente decorativa y algo caprichosa, centrándose en el diseño sobre la función. Quizás su característica más definitoria, sin embargo, es la negativa a inspirarse en una sola fuente. Los arquitectos posmodernos incorporan elementos de diseño de varios estilos arquitectónicos diferentes en una sola estructura, rompiendo los límites entre los estilos. Por lo tanto, es una de las formas de arquitectura más eclécticas, centrada en la alegría del diseño y rechazando las reglas formales de estilo.
Esa es una definición amplia para un estilo de arquitectura difícil de clasificar, pero sirve para ilustrar los objetivos generales de la posmodernidad. Al tratar de definir aún más la posmodernidad, el Museo Victoria and Albert de Londres celebró una exposición en 2011 en la que los curadores pudieron definir cuatro hilos estéticos comunes del estilo posmodernista: metáfora, cita, pluralismo y parodia.