Al salir de los Propileos, el visitante se ve sorprendido por una vista panorámica de los edificios de la Acrópolis. Enfrente, preside el conjunto el monte Himeto, con sus alusiones míticas a Zeus, justo encima del altar macizo de Atenea (del que apenas quedan unos restos). A la derecha se encuentra el Partenón y a mano izquierda el Erecteion (421-405 a.C.), un complejo edificio que, como los Propileos, engloba en una única composición diferentes narrativas míticas. El Erecteion está organizado en dos niveles; tiene tres pórticos diferentes y cuatro entradas, además de una entrada subterránea bajo el porche norte. Esta irregularidad se debe a la necesidad de proyectar un edificio en un emplazamiento salpicado de lugares que desde tiempo inmemorial eran sagrados para los atenienses.
Erecteo, de cuyo nombre deriva Erecteion, es el fundador mítico de Ática, y se le consideraba “rey de Atenas nacido de la Tierra”. En aquel tiempo, los dioses competían unos con otros por ser favorecidos con el culto de las ciudades. Por desgracia, tanto Poseidón como Atenea aspiraban al control de Atenas, así que Erecteo estableció un desafío por el que cada uno tenía que ofrecer un regalo a la ciudad. Poseidón hizo brotar un manantial de agua salada de la brecha abierta en la roca al golpearla con el tridente, mientras que Atenea concedió el primer olivo que creció en la ladera, riqueza de la ciudad y símbolo de la paz. Erecteo consideró que el regalo de Atenea era el de mayor utilidad para el pueblo de Atenas, y la ciudad recibió su nombre en su honor.
La mejor lectura de los elementos centrales del drama puede obtenerse entrando primero por el porche norte dedicado a Poseidón, que abarca la grandiosa vista y permite ser admirado desde el ágora inferior. En el suelo, a la derecha de la puerta, una ventana dispone de vistas hacia abajo, sobre la roca donde puede verse la brecha abierta por el tridente de Poseidón. Una abertura en el techo define el espacio a través del cual, según la tradición, voló el tridente.
La gran puerta conduce a una angosta habitación que contenía un santuario dedicado a Erecteo. Bajo el suelo había una cisterna con el agua salada de Poseidón. La puerta a mano derecha conduce al patio sagrado que contiene el olivo de Atenea. Siguiendo el eje del porche de Poseidón en dirección sur, el visitante encuentra unas escaleras que ascienden al famoso pórtico de las cariátides, que en la actualidad se alza solitario en el campo de ruinas.
La planta del Erecteion puede parecer caótica, pero se explica como una exaltación tridimensional del mito de la fundación de Atenas. El pórtico norte es el mayor de todos y proyecta hacia delante un intercolumnio doble, con su cubierta casi al nivel del alero del bloque central. El porche sur tiene menos de la mitad de altura, pero está levantado sobre una plataforma, y en lugar de columnas tiene cariátides, estatuas de doncellas que sostienen el entablamento sobre sus cabezas.
El porche este, poco profundo respecto a su fachada, se sostiene sobre seis columnas jónicas. El volumen central, que sirve de unión de los volúmenes, tiene dos niveles correspondientes a los porches norte y este, y se accede a él a través de tres puertas, la mayor da paso al porche norte; otra, lisa, está situada al pie del muro oeste, mientras que en el muro sur existe una puerta pequeña, a través de la cual se desarrolla la escalera que sube al pórtico de las cariátides.
Subiendo un piso completo, y girando en ángulo recto, se encuentra el edificio de la victoriosa Atenea, orientado al este. En la diagonal, según se bajan las escaleras exteriores del lateral norte y antes de entrar en el pórtico, existía una zona dedicada a Zeus, el juez último. Su posición parece dirigir la atracción dinámica hacia el volumen cónico del monte Licabeto, al noreste, ya que éste también juega su papel en la historia.
Según la leyenda, Atenea se había ausentado de la ciudad para recuperar una montaña y usarla en la Acrópolis. Sus hermanas estaban intrigadas acerca del arca donde Atenea guardaba al joven Erecteo para protegerlo, de modo que abrieron el cofre, contrariando expresamente sus órdenes. Atenea se enfadó tanto que dejó caer la montaña. Se desconoce el papel que jugaría este hecho en el diseño, pero vistos desde el ágora, situada a nivel inferior al de la Acrópolis, es evidente que existe un un diálogo entre la monta- ña y el Erecteion.