Nacido en Finlandia en 1910, Eero Saarinen, hijo de Eliel Saarinen, inyectó poesía en las posibilidades estructurales de la construcción en hormigón armado y acero. La carrera de Eero Saarinen terminó prematuramente con su muerte en 1961; pero en el corto espacio de once años ya había trabajado en unos treinta proyectos en Europa y Estados Unidos, algunos de los cuales se convertirían en iconos de la arquitectura internacional y en símbolos de la identidad de la posguerra en Estados Unidos como superpotencia tecnológica. Entre ellos hay que citar, necesariamente, el Gateway Arch (1947-1966), en Saint Louis, el centro técnico de la General Motors (1948-1956), en Detroit, y la terminal de la TWA en el aeropuerto internacional John Fitzerald Kennedy (19561962), en Nueva York.
El proyecto de Eero Saarinen ganador del concurso para el Gateway Arch fue concebido como un gran arco a orillas del río Misisipí, en el lugar donde se asentaba la primera ciudad de Saint Louis. Fue diseñado como una puerta simbólica del este hacia el oeste para los exploradores y pioneros estadounidenses, y como un medio de revitalizar la languideciente economía de la ciudad. La colonización del Oeste fue el elemento central de la identidad estadounidense preindustrial, y el arco, un logro de la tecnología industrial, pretendía conmemorar la conquista del Oeste, que empezaba en la orilla derecha del Misisipí.
La luz y la altura del arco, una catenaria invertida, son las mismas: 192 metros. Consiste en una serie de piezas prismáticas de sección triangular variable y unos 2 metros de longitud, unidas como las piezas de un “mecano”. El lado del triángulo va variando; empieza con unos 16,5 metros en la base y acaba con algo más de 5 metros en la clave.
Esas piezas huecas se construyeron con una doble piel que permitió variar el grosor del caparazón portante, de modo que en la base tiene más de 90 cm y en la parte superior no llega a los 20 cm. Las dos paredes están separadas alrededor de 1 metro en la base y unos 20 centímetros a partir de una altura de 120 metros. Las dos caras del doble muro son distintas entre sí. La exterior es de plancha de acero inoxidable, que da una imagen de perpetuidad y fortaleza al monumento, mientras que la plancha interior es de acero. El espacio intersticial por debajo de los 90 metros de altura está relleno de hormigón armado. Por encima de esa cota se usan rigidizadores de acero. Al nivel del suelo se encuentra el Museum of Westward Expansion, con una plataforma panorámica en la cubierta.
La terminal de la TWA en el aeropuerto internacional John Fitzerald Kennedy (1956-1962), en Nueva York, de Eero Saarinen, fue concebida como un símbolo abstracto de la aviación: un pájaro con las alas desplegadas, dispuesto a alzar el vuelo; en realidad, las “alas” son dos formas macizas de hormigón armado que se elevan airosamente hacia el cielo para formar la cubierta de la terminal. Saarinen proyectó esta terminal casi por entero por medio de maquetas y técnicas de interacción táctil en lugar de dibujar planos sobre el papel. La estructura es una combinación de cuatro bóvedas de cañón apoyadas en cuatro columnas en Y. Con todo ello, obtuvo un espacio de 15 metros de altura y 96 metros de longitud.