La arquitectura neoclásica, conocida también como neoclasicismo, emergió en la mitad del siglo XVIII como respuesta al estilo rococó. Originándose de la arquitectura palladiana, esta corriente retoma elementos de la arquitectura clásica griega y romana. A diferencia del revivalismo clásico, el neoclasicismo se centra en replicar la lógica de volúmenes clásicos completos, en lugar de reutilizar partes aisladas.
La Arquitectura Neoclásica, representa un estilo arquitectónico que retoma y adopta elementos de la antigua arquitectura grecorromana. Ejemplificada magistralmente en la Iglesia de la Madeleine, esta corriente surgió como una contraposición a los estilos prevalecientes de la época y evolucionó con el tiempo, ganando popularidad a nivel mundial. Su influencia perdura hasta hoy, siendo vital que los arquitectos contemporáneos comprendan y apliquen sus principios en sus proyectos.
La Arquitectura Neoclásica tiene sus raíces en Europa, durante el movimiento neoclásico del siglo XVIII, conocido como la «era de la Iluminación». Esta corriente artística y cultural derivó de los ideales de la Ilustración, que abogaban por una mayor valoración del arte y la ciencia. Esta época marcó una ruptura con los valores previos y un renacimiento de los ideales clásicos en las artes y la cultura. En arquitectura, el redescubrimiento de Pompeya y las excavaciones en Grecia impulsaron la adopción de las características clásicas grecorromanas en los edificios de la época.
Características de la arquitectura neoclásica
El Neoclasicismo buscó diferenciarse del barroco y rococó, movimientos caracterizados por sus exageraciones decorativas. Este estilo abogaba por modelos proporcionales, claros y equilibrados, subrayando la importancia del razonamiento previo a la ejecución para alcanzar la perfección.
Entre sus características destacan: edificios a gran escala con estética racionalista, plantas rectangulares, formas geométricas simétricas, minimalismo ornamental, uso de líneas ortogonales, proporción, simetría, pórticos, columnas de órdenes clásicos, frontones, y materiales nobles como piedra, mármol, granito y madera, así como materiales modernos como baldosas cerámicas y hierro fundido.
En Europa, la Arquitectura Neoclásica se mantuvo prominente hasta el siglo XIX, evolucionando con las nuevas tendencias y cambios sociales. La influencia de Napoleón Bonaparte y la Revolución Francesa fueron clave en su desarrollo en Francia, ejemplificado en el Arco de Triunfo. La Revolución Industrial, especialmente en Inglaterra, impulsó el uso de características palladianas en los nuevos edificios, como se ve en Saint George’s Hall en Liverpool. En Italia, el estilo tardó en adoptarse debido a la falta de una cultura universal, incorporando finalmente influencias barrocas.
Arquitectura neoclásica temprana (1640-1750)
Las primeras formas de arquitectura neoclásica crecieron junto al Barroco, y funcionaron como una especie de correctivo a la extravagancia de este último. Esto es particularmente evidente en Inglaterra, donde los ejemplos de neoclasicismo temprano incluyen edificios como la Catedral de San Pablo, el Observatorio Real de Greenwich y el Hospital Royal Chelsea, todos diseñados por Sir Christopher Wren (1632-1723), quien todavía está etiquetado como arquitecto barroco.
Otros primeros arquitectos neoclásicos ingleses incluyeron a William Kent (1685-1748), quien diseñó Chiswick House y Royal Mews, Charing Cross; y Robert Adam (1728-92), quien diseñó Syon House, Bowood House y Theatre Royal London. Al mismo tiempo, elLa arquitectura renacentista del italiano Andrea Palladio (1508-80) fue repopularizada y un nuevo paladismo se extendió por Europa y América. Ver también: Escultores neoclásicos (1750-1850).
Características de la arquitectura neoclásica (1750-1850)
Utilizado en una variedad de programas de construcción relacionados con la imagen, por monarquías feudales, democracias ilustradas, regímenes totalitarios e imperios mundiales, el neoclasicismo fue otro retorno a las órdenes clásicas de la antigüedad griega y romana en un nivel monumental, aunque con la retención de todo el avance de ingeniería y nuevos materiales de la era moderna.
Estaba marcado por estructuras a gran escala, sostenidas y / o decoradas por columnas de columnas dóricas, jónicas o corintias, coronadas por cúpulas agrandadas de estilo renacentista. A veces las columnas se multiplicaban y se apilaban, para crear una impresión de altura, mientras que las fachadas se decoraban con una combinación de columnatas, rotondas y pórticos.
Arquitectura Neoclásica en Francia
El neoclasicismo, aunque originario de Italia, encontró un particular auge en Francia, en gran medida debido a la influencia de arquitectos franceses formados en la Academia Francesa en Roma. Este movimiento comenzó a dejar su huella en el diseño arquitectónico francés hacia el final del reinado de Luis XVI.
Durante el primer imperio napoleónico, el neoclasicismo se integró ampliamente en la sociedad. La alta sociedad lo incorporó en sus residencias privadas, añadiendo elementos como ruinas artificiales, locuras arquitectónicas, grutas y fuentes para embellecer sus paisajes. Paralelamente, arquitectos innovadores emplearon este estilo en la creación de una variedad de estructuras cívicas, marcando así una era de transformación en la arquitectura francesa.
Entre los arquitectos franceses más destacados de esta corriente se encuentra Jacques Germain Soufflot (1713-1780), reconocido por su diseño del Panteón de París, una obra clave en el Grand Tour. Claude Nicolas Ledoux (1736-1806), es otra figura prominente, conocido por proyectos como la Catedral de Saint-Germaine, el Hotel Montmorency, la Royal Saltworks en Arc-et-Senans, y el Chateau de Benouville. Además, Jean Chalgrin (1739-1811) dejó su legado con el diseño del Arco del Triunfo, un emblema de la arquitectura neoclásica francesa.
Esta fase del neoclasicismo en Francia refleja una mezcla entre el gusto por la grandiosidad y el retorno a la simplicidad clásica, elementos que juntos dieron forma a una etapa definitoria en la historia arquitectónica del país, se alineaba perfectamente con la visión política y cultural de la época, reflejando los ideales de poder, orden y belleza clásica que Napoleón y su gobierno buscaban proyectar.
Arquitectura Neoclásica en Gran Bretaña
En Gran Bretaña, a diferencia de otras regiones europeas, el barroco nunca alcanzó un dominio completo, lo que propició un terreno fértil para el desarrollo del estilo neoclásico. Este se manifestó de manera significativa en el diseño de una amplia gama de edificaciones públicas, abarcando desde bancos hasta museos y oficinas de correos. La realeza británica desempeñó un papel crucial en este movimiento, encargando a John Nash, uno de los arquitectos neoclásicos más destacados del país, la tarea de rediseñar sectores urbanos completos, incluyendo manzanas y parques. De igual manera, los terratenientes aristocráticos adoptaron este estilo, renovando sus mansiones con nuevos pórticos y columnas.
Entre los arquitectos neoclásicos más influyentes de Inglaterra se encuentra John Nash (1752-1835), conocido por sus diseños emblemáticos como el Palacio de Buckingham, Cumberland Terrace y Carlton Terrace en Londres. Sir John Soane (1753-1837) también es una figura prominente, responsable del diseño del Banco de Inglaterra, Pitshanger Manor y la Dulwich Picture Gallery. Otro arquitecto significativo de este periodo es Sir Robert Smirke (1780-1867), cuyas obras incluyen el Museo Británico, la Oficina General de Correos, el Teatro Covent Garden y el Castillo Eastnor.
La arquitectura neoclásica en Gran Bretaña, por tanto, se caracteriza por una integración armoniosa de la funcionalidad y la estética clásica, reflejando un equilibrio entre la innovación y la tradición, y dejando un legado perdurable en el paisaje urbano del país.
Arquitectura Neoclásica en Alemania
En Alemania, la arquitectura neoclásica floreció impulsada por la inspiración de las obras de Johann Joachim Winckelmann (1717-1768) y el mecenazgo de Friedrich Wilhelm II. Este período se caracterizó por la transformación de Berlín en un centro de relevancia clásica, equiparable con París y Roma, gracias a la contribución de arquitectos como Karl Friedrich Schinkel y Carl Gotthard Langhans.
Carl Gotthard Langhans (1732-1808) jugó un papel fundamental en este desarrollo. Fue el creador de la Puerta de Brandenburgo, una obra monumental que se distingue por sus pilares y columnas inspiradas en los Propileos de la Acrópolis de Atenas. Por otro lado, Karl Friedrich Schinkel (1781-1841) aportó significativamente al paisaje urbano con diseños como el Konzerthaus en Gendarmenmarkt (1818-1821), el Palacio Tegel (1821-1824) y el Museo Altes (1823-1830). Estas obras reflejan la adopción de elementos clásicos y la búsqueda de una estética equilibrada y monumental.
La Bauakademie (Academia de Diseño de Berlín) desempeñó un rol crucial en la consolidación del neoclasicismo en Alemania, alentando la práctica y la enseñanza del arte aplicado. Este enfoque educativo contribuyó a la difusión y al desarrollo del estilo neoclásico a lo largo del siglo XIX en Alemania, una era que se destaca por su riqueza y diversidad en el arte y la arquitectura.
Este periodo en la historia arquitectónica alemana demuestra cómo el neoclasicismo, influenciado por ideales clásicos y apoyado por el patrocinio real, pudo crear obras emblemáticas que hoy son símbolos de la identidad cultural y arquitectónica de Alemania.
Arquitectura Neoclásica en Rusia
La arquitectura neoclásica encontró un prominente desarrollo en Rusia, especialmente durante el reinado de Catalina la Grande (1762-1796). Esta emperatriz, distanciándose de los excesos del rococó que caracterizaron a sus predecesores, favoreció los diseños neoclásicos sobre las estructuras barrocas, como las de Bartolomeo Rastrelli, arquitecto del Palacio de Invierno (1754-1762).
Catalina la Grande jugó un rol clave en la introducción y consolidación del neoclasicismo en Rusia. Invitó al arquitecto escocés Charles Cameron (1745-1812) para que liderara varios proyectos significativos, como el diseño del Palacio Pavlovsk (1782-1786) y el Palacio Alexander (1812) cerca de San Petersburgo, así como el Palacio Razumovsky en Ucrania (1802). Además, encargó a Cameron la adición de elementos neoclásicos al Palacio de Catalina y la Plaza del Palacio en San Petersburgo.
La influencia neoclásica en Rusia no se limitó a la obra de Cameron. Arquitectos extranjeros como los italianos Vincenzo Brenna y Giacomo Quarenghi, y el ruso Matvey Fyodorovich Kazakov, también contribuyeron significativamente al paisaje arquitectónico ruso con sus diseños neoclásicos. Estos arquitectos, bajo el mecenazgo de la zarina, ayudaron a transformar el estilo arquitectónico de Rusia, introduciendo una estética clásica y sobria que contrastaba con la opulencia previa del barroco.
El legado de la arquitectura neoclásica en Rusia, impulsado por la visión de Catalina la Grande, refleja una era de cambio y renovación estilística, que dejó una huella indeleble en la historia arquitectónica y cultural del país.
Neoclasicismo Americano
El neoclasicismo, a pesar de su popularidad en Europa, encontró un terreno particularmente fértil en el Nuevo Mundo de América, donde se convirtió en un elemento distintivo de la identidad arquitectónica nacional. Este estilo fue abrazado y desarrollado por los primeros arquitectos estadounidenses, entre ellos figuras prominentes como Thomas Jefferson y William Thornton.
Thomas Jefferson (1743-1826), no solo se destacó como el tercer presidente de los Estados Unidos, sino también como un arquitecto pionero en la implementación del neoclasicismo. Sus diseños incluyen el Capitolio del Estado de Virginia y su propia residencia, Monticello, ambos ejemplos notables de la aplicación de principios neoclásicos en la arquitectura americana.
William Thornton (1759-1828), junto con Benjamin Latrobe (1764-1820) y Charles Bulfinch (1863-1844), desempeñaron un papel crucial en el diseño del Capitolio de los Estados Unidos en Washington D.C. (1793-1829). Este edificio, con su fachada neoclásica y su imponente cúpula, sigue siendo una de las estructuras más reconocibles y emblemáticas del país. Inspirado en el Louvre y el Panteón de París, el Capitolio destaca por su gran entrada y la proyección horizontal y vertical de su estructura, con columnas que dirigen la vista hacia la cúpula. Inicialmente construida de madera, la cúpula fue posteriormente reconstruida en piedra y hierro fundido.
Benjamin Henry Latrobe, otro nombre esencial en este contexto, contribuyó con varios diseños neoclásicos, entre ellos el Banco de Pensilvania, el Capitolio de Richmond, y la Basílica de Baltimore. Sus obras reflejan la adaptación del neoclasicismo a las necesidades y el carácter de la joven nación americana.
Durante el siglo XIX, a medida que Estados Unidos se consolidaba como nación, la arquitectura neoclásica se convirtió en un lenguaje común para edificios cívicos y universitarios, ayudando a definir la estética nacional. Este estilo, con su enfoque en la geometría clara y la simetría, no solo reflejaba los ideales de la joven república, sino que también contribuyó a establecer una identidad arquitectónica distintiva y duradera en Estados Unidos.