Desde sus inicios, la arquitectura y la construcción surgieron de la necesidad de protección, ya fuera del clima, los animales o los enemigos. Se levantaron torres, fuertes y otros mecanismos defensivos con este propósito. Con el tiempo, la introducción de la industria, la tecnología y las armas avanzadas, como las bombas y los satélites, hizo que estas fortificaciones se volvieran más vulnerables, llevando a la destrucción masiva de ciudades. Así, la arquitectura pasó de ser una herramienta defensiva a servir como refugio, alojamiento para soldados y lugar para monumentos conmemorativos. La arquitectura, siendo un reflejo de culturas, suele ser uno de los primeros objetivos durante los conflictos bélicos.
El impacto de la guerra en la arquitectura es vasto. La arquitectura, al igual que cualquier otra disciplina, está influenciada por todos los aspectos de la vida humana. Las guerras, en particular, destruyen infraestructuras, dejando a las comunidades desplazadas y en duelo. Sin embargo, de este desastre también surge la necesidad urgente de reconstrucción y restauración.
Tras las Guerras Mundiales, surgieron diversos enfoques arquitectónicos en respuesta a la devastación. Estos pueden agruparse en tres categorías principales:
- Restauración: Se enfocó en recrear lo que había sido destruido, llevando a la reedificación de estructuras clásicas que quizás ya no cumplían con las necesidades contemporáneas de las comunidades.
- Inspiración sin Imitación: Tomó principios de la arquitectura prebélica, generando edificios equilibrados y monumentales pero sin decoraciones excesivas. Un ejemplo es el Santuario del Recuerdo, construido en 1934.
- Reconstrucción desde Cero:Propuso olvidar lo destruido y erigir nuevas estructuras. Un ejemplo emblemático es el movimiento Bauhaus, fundado por Walter Gropius tras la Primera Guerra Mundial. Este movimiento promovió un diseño lógico y utilitario, centrado en la funcionalidad y la combinación de artes, diseño y tecnología. La Bauhaus defendió la simplicidad en diseño, priorizando formas geométricas, la asimetría, y el uso de materiales modernos como acero, vidrio y hormigón
A raíz de la necesidad urgente de viviendas, surgió el brutalismo. Originado en el Reino Unido en la década de 1950, este estilo destacaba por mostrar materiales de construcción crudos, como hormigón, ladrillo, y priorizó la funcionalidad sobre el diseño decorativo. Se adoptó ampliamente en proyectos de viviendas sociales influenciados por ideales socialistas.
En contraposición a estos enfoques racionales y formales, emergió el expresionismo. Nacido tras la Primera Guerra Mundial, este movimiento rechazaba la era industrial, asociada con la destrucción de la guerra. En lugar de ello, promovía la integración del arte y la política, y defendía la creación artística libre de las limitaciones de la utilidad y la economía.
Finalmente, es esencial reconocer que la arquitectura de posguerra, en todas sus formas, brinda valiosas lecciones. No solo muestra la capacidad de recuperación de las comunidades, sino también la habilidad de los arquitectos para innovar y adaptarse en tiempos de cambio.