En la arquitectura, como en el urbanismo y el diseño urbano, la jerarquía se utiliza para ordenar los elementos de un proyecto, resaltando aquellos componentes que son más significativos tanto en términos estéticos como funcionales. La jerarquía permite a los arquitectos organizar de forma efectiva cada componente, asignando un nivel de importancia y estableciendo un esquema que facilita la percepción clara del diseño.
Definición de la Jerarquía
El principio de jerarquía en la arquitectura se refiere a la manera en que los elementos de una estructura se organizan y destacan, de modo que algunos de ellos se perciben como más importantes que otros. Esto se consigue a través de la manipulación de aspectos como la forma, el tamaño, el color y la ubicación de cada componente.
La finalidad de la jerarquía es, por un lado, proporcionar una estructura clara que guíe la percepción visual y, por otro, establecer un equilibrio o un contraste intencional dentro del espacio arquitectónico. Al establecer qué elementos deben ser más prominentes y cuáles deben quedar subordinados, la jerarquía también contribuye a la funcionalidad del proyecto, asegurando que cada parte cumpla su propósito específico.
Jerarquía a través de la Forma
La forma es uno de los principales recursos para crear una jerarquía visual, ya que la percepción humana tiende a ser atraída por elementos que se distinguen del conjunto. Un ejemplo paradigmático de jerarquía a través de la forma es la Mezquita Agha Bozorg en Kashan, Irán. En esta estructura, la mayoría de los elementos arquitectónicos se organizan en torno a un motivo repetitivo de rectángulos verticales. Sin embargo, dentro de cada uno de estos rectángulos se introduce un arco apuntado, lo cual rompe el motivo compositivo y genera un contraste visual que destaca esos elementos del resto.
El rectángulo central, que contiene un arco a través de otro, atrae inmediatamente la atención del observador, estableciendo una jerarquía clara. En este caso, el contraste entre los rectángulos y los arcos crea un diálogo visual en el que ciertos elementos adquieren mayor peso debido a su diferenciación, permitiendo que el diseño sea a la vez coherente y dinámico.
Otro ejemplo significativo es el diseño de Le Corbusier en la Villa Savoye, donde la jerarquía se establece mediante la diferenciación de formas geométricas. La estructura cilíndrica del «rincón de la máquina», que alberga la rampa de acceso, se destaca sobre los volúmenes rectangulares del edificio, convirtiéndose en un punto focal que guía al espectador hacia el interior.
Jerarquía a través del Tamaño
El tamaño es quizás el recurso más intuitivo para generar jerarquía visual, ya que los elementos más grandes suelen atraer más atención. Esto puede apreciarse en la Piazza del Campo en Siena, Italia, donde la Torre del Mangia se erige sobre los edificios que rodean la plaza, destacándose claramente como el elemento dominante. Mientras que la mayoría de los edificios de la plaza son bajos y relativamente uniformes en altura, la torre sobresale, elevándose hacia el cielo y estableciendo una jerarquía marcada en la composición.
Este principio de jerarquía a través del tamaño también puede observarse en el Capitolio de los Estados Unidos, donde la cúpula tiene un tamaño mucho mayor que cualquier otro elemento del edificio. Esta cúpula no solo resalta visualmente debido a su tamaño, sino que también se convierte en un símbolo de poder y autoridad, dirigiendo la mirada del espectador hacia el centro del poder legislativo del país.
Jerarquía a través del Color
El color es otro recurso que los arquitectos utilizan para establecer jerarquía, aunque su efectividad depende de factores culturales y contextuales. En muchas culturas, ciertos colores tienen significados específicos que influyen en cómo se perciben. Por ejemplo, los colores brillantes o saturados tienden a captar más atención que los tonos neutros. Este efecto se utiliza en la Fachada de la Casa Batlló de Antoni Gaudí en Barcelona, donde el uso vibrante del color azul y los elementos iridiscentes de cerámica rompen con el entorno de tonos neutros de los edificios vecinos, estableciendo una jerarquía visual inmediata.
Otra forma de establecer jerarquía mediante el color es a través de la estratificación de tonos dentro de un mismo edificio, como se observa en algunas construcciones de Luis Barragán. Barragán utilizaba colores cálidos y fríos de manera diferenciada para marcar la importancia de ciertos volúmenes dentro de sus composiciones. Por ejemplo, el uso del rojo para enfatizar un volumen específico y el blanco para suavizar el resto del conjunto ayuda a guiar la percepción del espacio y resaltar las partes que quería destacar.
Jerarquía a través de la Ubicación
La ubicación de los elementos también es crucial para establecer una jerarquía en el diseño arquitectónico. Los elementos que se encuentran en lugares estratégicos suelen adquirir mayor peso visual, especialmente si se ubican en puntos de gran visibilidad o en sitios donde la mirada tiende a dirigirse de manera natural. Un ejemplo de esto es la Catedral de Notre Dame en París, donde el rosetón central se sitúa en el centro de la fachada principal, asegurando que el observador dirija su atención inmediatamente hacia este elemento icónico.
Otro ejemplo es el uso del espacio negativo alrededor de un elemento destacado, como se observa en el diseño del Museo Guggenheim de Frank Lloyd Wright en Nueva York. La estructura principal del museo, con su forma espiralada, está situada en el centro de la composición, mientras que el entorno se mantiene relativamente simple, lo que enfatiza la ubicación y el diseño único del edificio. La espiral actúa como el punto focal debido a su ubicación prominente y al contraste con la simplicidad de las formas adyacentes.
Aplicaciones Prácticas
La jerarquía arquitectónica no solo contribuye a la estética del edificio, sino también a su funcionalidad. Al destacar ciertos elementos, los arquitectos pueden guiar a los usuarios a través de un espacio, facilitar la navegación y definir la importancia de cada área. Por ejemplo, en edificios públicos como museos o centros cívicos, la entrada principal suele ser enfatizada mediante el tamaño, la forma o la ornamentación, lo cual ayuda a los visitantes a identificar fácilmente el acceso.
En el Edificio Guaranty, diseñado por Louis Sullivan, los dos primeros niveles se destacan mediante ornamentos elaborados, diferenciándose claramente del resto del edificio, más sobrio y funcional. Este diseño no solo resalta la importancia de los espacios comerciales en la planta baja, sino que también establece una jerarquía que permite entender la función de cada parte del edificio.
La jerarquía también tiene un fuerte componente simbólico. En muchos edificios históricos, la jerarquía de los elementos se utiliza para transmitir ideas sobre el poder, la religión o la cultura. Por ejemplo, en los templos griegos, el uso de una jerarquía clara entre el pronaos (el pórtico), la cella (la cámara interior), y el opistodomos (la cámara posterior) servía para guiar a los fieles y comunicar visualmente la sacralidad del espacio. El templo se estructuraba de tal manera que el altar o la estatua principal se situaban en el centro, enfatizando su relevancia simbólica.
En la arquitectura contemporánea, la jerarquía se sigue utilizando con propósitos simbólicos y comunicativos. Un ejemplo es la Ópera de Sídney, diseñada por Jørn Utzon, donde las formas dramáticas de las velas superpuestas no solo destacan por su jerarquía formal, sino que también simbolizan la conexión entre la cultura australiana y su entorno marítimo. La disposición y la prominencia de las velas transmiten una sensación de movimiento y ligereza, destacándolas claramente sobre la base del edificio.