Iniciada la obra, es importante que supervisemos su construcción para evitar equivocaciones en la interpretación de los planos. Una obra de construcción necesita una supervisión técnica exhaustiva para garantizar la calidad constructiva planteada en los planos y para que las especificaciones técnicas sean cumplidas a cabalidad por el constructor.
El arquitecto diseñador debe visitar la obra con frecuencia porque siempre se da el caso que, durante el tiempo que tarda la construcción, el dueño de la obra o los futuros usuarios plantean nuevas necesidades espaciales o desean cambiar algo.
Será necesario ver la mejor manera de hacer las modificaciones que ellos soliciten. La persona idónea, para compatibilizar esos cambios con el resto de la obra, es el arquitecto que hizo el diseño.
Evaluación
Una vez terminada la construcción es muy importante que observemos su funcionamiento con el fin de evaluar nuestro trabajo ya que siempre encontraremos aspectos que podríamos haber resuelto de mejor manera.
Esto nos ayudará a lograr una mayor calidad en nuestro próximo diseño. Es necesario tener en cuenta que la mayoría de los problemas a solucionar tienen más de una solución; esto se ve claramente en los diseños de objetos no arquitectónicos; por ejemplo, los vehículos, los aparatos domésticos, etc.
En arquitectura se realizan concursos para el diseño de determinados edificios y surgen muchas propuestas siendo a veces difícil elegir la mejor. La mayoría de los problemas de diseño tienen más de una solución ya que los requisitos funcionales, espaciales, estructurales y estéticos pueden satisfacerse de varias maneras.
El diseñador siempre está eligiendo la mejor solución según sus propios criterios e ideales, los que responden a su ámbito social y al momento histórico. Cada diseñador es diferente y por lo tanto sus obras son diferentes.
Evaluar una edificación
Al evaluar una edificación debemos considerar que un edificio no permanece igual para siempre.
Los usuarios no serán siempre los mismos y las personas que lo utilicen seguramente lo van a ampliar o a reducir al cabo de un tiempo; quizás le van a poner rejas que no se habían previsto, lo van a pintar de otros colores, le van a quitar algunas paredes o le van a poner otras; le van a añadir porches o terrazas, le harán un segundo o tercer piso, quitarán árboles o sembrarán otros, cambiarán la forma de la escalera, etc. Aunque la obra sea adecuada, para los fines para los que se construyó, recordemos que en la naturaleza y en la sociedad todo está en continuo cambio, todo se transforma y evoluciona.
necesario saber esto para proponer diseños flexibles, planteando las posibles ampliaciones de los espacios, utilizando materiales que puedan ser desmontados y reciclados, etc. Todo cambia y por lo tanto es preciso estar preparados para no desanimarnos cuando veamos la transformación del edificio que diseñamos con tanto esmero. Esa es una ley de la naturaleza y es necesario comprenderla.
La arquitectura no es otra cosa que la conformación de espacios para que los seres humanos desarrollen dentro de ellos y de la mejor forma posible sus actividades; si sus actividades varían, los espacios, sus formas y sus estructuras cambiarán. Nuestras obras son pasajeras y el objetivo principal no es dejar nuestra huella sino servir lo mejor posible a las personas que las utilizarán o a las que simplemente las mirarán al pasar, proporcionándoles facilidades para una vida más placentera y goce estético.