Origen de la arquitectura moderna
La arquitectura moderna nació en Europa durante la Revolución Industrial, a partir de mediados del siglo XIX, cuando las transformaciones sociales, económicas y tecnológicas alteraron radicalmente el paisaje urbano. La masiva migración rural hacia las ciudades sobrecargó los modelos tradicionales de planificación, generando un crecimiento desordenado y necesidades urgentes en salubridad, transporte y vivienda. Este contexto impulsó la demanda de soluciones funcionales que rompieran con la ornamentación excesiva de épocas anteriores, haciendo de la arquitectura una herramienta pragmática para responder a una sociedad en constante cambio.

La incorporación de nuevos materiales—como el hierro, el acero, el hormigón armado y el vidrio—permitió proyectar edificios más amplios, luminosos y resistentes, trasladando el énfasis de lo decorativo a lo funcional. Así, la arquitectura se consolidó como respuesta a los retos que planteaba la industrialización.
En 1851, el Palacio de Cristal de Joseph Paxton, erigido para la Exposición Universal de Londres, marcó un hito. Su estructura modular de hierro y vidrio configuró amplios espacios diáfanos iluminados de forma natural, rompiendo con la dependencia del ornamento predominante en el siglo XIX.

Asimismo, en 1889, la Torre Eiffel de Gustave Eiffel, concebida inicialmente como una estructura temporal para la Exposición Universal de París, fue objeto de críticas por su apariencia «desnuda». Sin embargo, se transformó en un símbolo del progreso tecnológico y evidenció la confianza de la época en la ingeniería, demostrando que la arquitectura podía trascender lo meramente decorativo.

A la par, estilos históricos y neoclásicos seguían vigentes, como lo evidencian los Propíleos de la Königsplatz de Leo von Klenze (1862) en Múnich y la Ópera Garnier (1861-1875) de Charles Garnier en París, construida durante el Segundo Imperio.

No obstante, la ineludible necesidad de modernizar las ciudades impulsó proyectos de gran envergadura, como la transformación de París liderada por el Barón Haussmann (1853-1870), que implementó bulevares amplios, saneamiento y una trama viaria eficiente, sentando las bases del urbanismo moderno.

En América, el incendio de Chicago en 1871 abrió la puerta a una reconfiguración audaz. La denominada Escuela de Chicago introdujo la estructura metálica, permitiendo la construcción de los primeros rascacielos. En 1885, William Le Baron Jenney estableció un precedente con el Home Insurance Building, y Henry Hobson Richardson aportó mayor libertad espacial y austeridad formal.

Louis Sullivan, autor del Wainwright Building (1890-1891) en St. Louis, difundió el lema “la forma sigue a la función”. Su discípulo Frank Lloyd Wright, con la Casa de la Cascada (1935), desarrolló el concepto de arquitectura orgánica, integrando la edificación con el entorno natural.

A fines del siglo XIX y comienzos del XX, corrientes artísticas allanaron el camino hacia el modernismo. El Art Nouveau, con sus líneas curvas e inspiración vegetal, se manifestó en obras como la Casa Tassel (1893) de Victor Horta en Bruselas y la Casa Batlló (1904-1906) de Antoni Gaudí en Barcelona, ambas alejadas de la rigidez academicista. El Art Déco exaltó la geometría y la tecnología, como en el Chrysler Building (1930) de William Van Alen en Nueva York. Aunque estos movimientos incorporaban ornamentos, rompieron con el neohistoricismo y prepararon el terreno para propuestas más radicales.
La crítica a la sobreabundancia decorativa también emergió con Adolf Loos, cuyo ensayo “Ornament and Crime” (1908) defendió la simplicidad estructural como principio ético y estético. En Inglaterra, el movimiento Arts & Crafts de William Morris (finales del siglo XIX) abogó por la unión entre artesanía y funcionalidad, influencia que perduraría en la Bauhaus. En Francia, la École des Beaux-Arts mantenía estilos históricos, mientras arquitectos como Auguste Perret y Tony Garnier experimentaban con el hormigón armado y diseñaban planes urbanos racionales; la Iglesia de Notre-Dame en Le Raincy (1922-1923) de Perret es un ejemplo pionero.
Le Corbusier, en 1914, desarrolló el sistema Domino, liberando la planta de muros portantes mediante pilares y losas, prefigurando la flexibilidad espacial que caracterizaría obras como la Villa Savoye (1929).
En Alemania, la fundación del Deutscher Werkbund (1907) unió industria, artesanía y diseño. Peter Behrens, diseñador de la Fábrica de turbinas AEG (1909), y Otto Wagner, autor del Banco de Ahorro Postal Austríaco (1904-1906) en Viena, vincularon la arquitectura con la producción industrial y la eficacia formal. Tras la Primera Guerra Mundial, la devastación aceleró la búsqueda de propuestas racionales. El Constructivismo en la recién formada Unión Soviética, ejemplificado por el Monumento a la Tercera Internacional de Vladimir Tatlin y la Casa Melnikov (1927-1929) de Konstantin Melnikov, reinterpretó la arquitectura desde una ideología comunista. En los Países Bajos, el movimiento De Stijl, con la Casa Rietveld-Schröder (1924) de Gerrit Rietveld, abogó por la abstracción geométrica y la ausencia de ornamento.
En 1919, Walter Gropius fundó la Bauhaus en Weimar, donde se integraron arte, artesanía y técnica bajo una visión funcional y minimalista. Bajo el liderazgo de Hannes Meyer y Ludwig Mies van der Rohe, la escuela impulsó la simplicidad constructiva y la planta libre, principios que influirían globalmente. Paralelamente, el Expresionismo de Erich Mendelsohn, autor de la Torre Einstein (1919-1921), añadió una dimensión plástica y escultórica. Durante los años 20, los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM), iniciados en 1928, y la Carta de Atenas (1933) establecieron criterios de zonificación y división funcional de la ciudad. En 1932, la exposición de arquitectura moderna en el MoMA de Nueva York definió el Estilo Internacional, promoviendo el uso de acero, vidrio y hormigón sin aditamentos superfluos.

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, la reconstrucción de Europa impulsó la implantación masiva de los principios modernos, enfatizando la estandarización y la rapidez constructiva. En Italia, el Racionalismo de Giuseppe Terragni, reflejado en la Casa del Fascio (1932-1936), marcó un hito, mientras en Roma, el distrito del EUR, inicialmente diseñado por Marcello Piacentini, combinó monumentalidad y modernidad con propósitos políticos. En el Reino Unido, Berthold Lubetkin concibió el Finsbury Health Centre (1938), situando la salud pública en el centro del diseño.
En Estados Unidos, la prosperidad económica impulsó obras icónicas: Mies van der Rohe, exiliado en el país, proyectó la Farnsworth House (1951) y el Seagram Building (1958) junto a Philip Johnson, ejemplos de transparencia y rigor estructural. Eero Saarinen, autor del Terminal TWA (1962) en Nueva York, y Louis Kahn, con el Salk Institute (1965), dotaron a la modernidad de una poética propia basada en la luz y la escala humana.
En América Latina, la arquitectura moderna encontró un terreno fértil y adoptó rasgos propios según el contexto. En Brasil, Oscar Niemeyer, creador de la Iglesia de San Francisco de Asís en Pampulha (1943), y Lucio Costa, arquitecto de Brasilia (1956-1960), implementaron una zonificación funcional con espacios monumentales. Lina Bo Bardi, con el Museo de Arte de São Paulo (MASP, 1968), diseñó un edificio suspendido sobre pilotis, generando un espacio público innovador.

En México, Luis Barragán, con la Casa Estudio Barragán (1948), fusionó minimalismo y tradición popular mediante el uso del color y la luz, mientras Mario Pani abordó la construcción masiva de vivienda en el Conjunto Nonoalco-Tlatelolco (1960-1965).

En la República Dominicana, Guillermo González Sánchez (con obras como el Edificio Copello y el Teatro Nacional Eduardo Brito) y Rafael Tomás Hernández (con el Edificio de Oficinas Gubernamentales Juan Pablo Duarte) adaptaron la arquitectura moderna a condiciones tropicales. En Venezuela, Carlos Raúl Villanueva integró arquitectura y artes plásticas en la Ciudad Universitaria de Caracas (1944-1970), y en Cuba, Ricardo Porro ensayó el “modernismo caribeño” con las Escuelas de Arte de La Habana (1961-1965), donde formas orgánicas se fusionaban con el paisaje local.

A mediados del siglo XX, surgieron corrientes que convivieron e incluso polemizaron con el modernismo clásico: el brutalismo, caracterizado por el hormigón a la vista y la escala monumental; el high-tech, representado por el Centro Georges Pompidou (1977) de Renzo Piano y Richard Rogers; y el posmodernismo, que en los años 70 y 80 reivindicó la citación histórica y la ironía formal, con exponentes como Robert Venturi y Michael Graves. A pesar de estas divergencias, los pilares esenciales de la arquitectura moderna—la funcionalidad, la racionalización constructiva, la adaptación a las necesidades sociales y la visión de futuro—se mantuvieron vigentes, abriendo la puerta a una arquitectura que se reinventa sin olvidar sus raíces.
En definitiva, la arquitectura moderna no solo supuso un cambio estético, sino un verdadero cambio de paradigma. Dejó atrás los excesos decorativos y abrazó la tecnología industrial para satisfacer las demandas colectivas. Su legado perdura en la arquitectura contemporánea, que, apoyada en nuevos avances técnicos y frente a desafíos globales como la sostenibilidad, sigue nutriéndose de los ideales de innovación, sinceridad estructural y humanización de los espacios que impulsaron a los pioneros de este movimiento.
Características de la arquitectura moderna
La arquitectura moderna se caracteriza por una ruptura intencional con los estilos históricos para dar respuesta a una sociedad en plena transformación. Desde finales del siglo XIX y a lo largo del XX, este movimiento adoptó un lenguaje racional y funcional, impulsado por el auge de la industrialización, la premisa de “la forma sigue a la función” de Louis Sullivan y las ideas de la Bauhaus, que reivindicaban la fusión entre arte, técnica y producción industrial.

A continuación, se presentan sus rasgos esenciales y los fundamentos teóricos que subyacen a ellos:
- Simplicidad y depuración formal
- Los arquitectos modernos rehuyen la ornamentación superflua, apostando por volúmenes puros y líneas sencillas.
- Esta visión bebe de la crítica a la ornamentación excesiva propuesta por Adolf Loos en su ensayo “Ornament and Crime”, que defendía la economía de medios y la honestidad del diseño.
- Racionalidad funcional
- El principio “la forma sigue a la función” se traduce en la jerarquización de los espacios según las necesidades de uso, minimizando cualquier recurso que no cumpla un propósito concreto.
- En este sentido, la arquitectura moderna centra su atención en la eficiencia y la optimización del espacio, retomando conceptos de Henry Hobson Richardson y otros precursores que exploraban la libertad espacial.
- Materiales industriales y sistemas constructivos
- El hormigón armado, el acero y el vidrio son pilares de la arquitectura moderna, porque facilitan la creación de plantas libres, estructuras ligeras y ambientes luminosos.
- La elección de materiales industrializados conecta con la vocación de integrar producción en masa y calidad arquitectónica, como defendía la Bauhaus y otras vanguardias europeas.
- Flexibilidad espacial y transparencia
- La supresión de muros portantes propicia la planta libre, lo que permite adaptar los ambientes a las funciones y al contexto.
- El uso extensivo del vidrio crea una transición fluida entre el interior y el exterior, apoyando la idea de honestidad constructiva y apertura al entorno.
- Sobriedad cromática y honestidad material
- La arquitectura moderna suele emplear paletas de blancos, grises y negros, o bien mostrar el color y textura naturales de sus materiales.
- Esta aproximación, inspirada en postulados racionalistas, realza la “pureza” del objeto arquitectónico y pone en valor su estructura en lugar de adornos.
- Cinco puntos de la arquitectura moderna
- Formulados por Le Corbusier, los 5 principios de la arquitectura moderna son una síntesis de la teoría modernista que incluye:
- Pilotis (pilares que elevan el edificio).
- Planta libre (independencia de muros divisores respecto a la estructura).
- Fachada libre (posibilidad de configurar las aberturas sin limitaciones portantes).
- Ventanas longitudinales (mayor entrada de luz natural).
- Terraza jardín (aprovechamiento del techo como espacio habitable).
- Formulados por Le Corbusier, los 5 principios de la arquitectura moderna son una síntesis de la teoría modernista que incluye:

- Industrialización y estandarización
- La búsqueda de métodos constructivos eficientes e industrializados se asienta en el convencimiento de que la arquitectura debía mejorar la calidad de vida en las ciudades, algo que teóricos como Walter Gropius reforzaron al proponer la unión entre arte, industria y artesanía.
- Al sistematizar la producción (prefabricación de elementos, repetición de módulos), se pretendía ofrecer soluciones de vivienda y equipamientos de forma rápida y económica.
Fundamentos teóricos
- Funcionalismo y Racionalismo: Los avances teóricos del movimiento moderno sostienen que la forma deviene de la función y que la técnica debe supeditarse a la búsqueda de soluciones prácticas, dignificando al mismo tiempo la estética resultante de este proceso.
- Integración de Arte e Industria: Surge de las vanguardias europeas y de la enseñanza en instituciones como la Bauhaus, que postulaban la ruptura de fronteras entre disciplinas artísticas y la producción en masa.
- Humanismo y Mejoramiento Social: El movimiento moderno no solo pretendía renovar la imagen de la ciudad, sino también hacerla más salubre y accesible, respondiendo al crecimiento urbano y a las transformaciones sociales derivadas de la industrialización.
La arquitectura moderna se caracteriza por obras que reconfiguraron nuestra forma de entender los espacios construidos. Cada proyecto emblemático refleja los principios fundamentales de este movimiento, dejando una impronta decisiva en la arquitectura contemporánea. A continuación, se destacan algunas construcciones y figuras clave:
La Casa de Cristal – Philip Johnson (1949)
Ubicación y estilo
- Situada en New Canaan, Connecticut (EE. UU.).
- Ejemplo del Estilo Internacional llevado al extremo de la transparencia.
Relevancia
- Estructura mínima de acero y muros de cristal que conectan el interior con el paisaje.
- Revolucionó el concepto de habitar: espacios abiertos, luminosos y en constante diálogo con la naturaleza.

Fallingwater – Frank Lloyd Wright (1935)
Ubicación y estilo
- Localizada en Bear Run, Pensilvania (EE. UU.).
- Representa la arquitectura orgánica de Wright.
Relevancia
- Construida sobre una cascada, usando piedra y hormigón integrados al entorno natural.
- Las amplias terrazas y la continuidad visual interior-exterior refuerzan la conexión entre el ser humano y la naturaleza.

El Pabellón de Barcelona – Ludwig Mies van der Rohe (1929)
Ubicación y estilo
- Diseñado para la Exposición Internacional de Barcelona (España).
- Ícono del minimalismo y la pureza formal.
Relevancia
- Empleo de materiales nobles como mármol, travertino y vidrio.
- Expresión máxima del lema “menos es más”: ausencia de ornamentos y énfasis en la perfección espacial.

El Edificio AT&T (posteriormente Edificio Sony) – Philip Johnson
Ubicación y estilo
- Ubicado en Nueva York (EE. UU.).
- Marcó la transición hacia el postmodernismo.
Relevancia
- Corona inspirada en un mueble Chippendale, rompiendo con los rectilíneos dictados del modernismo.
- Reintroduce referencias históricas y ornamentos, anticipando el carácter lúdico y expresivo del postmodernismo.

El Edificio Seagram – Mies van der Rohe y Philip Johnson (1958)
Ubicación y estilo
- Situado en Park Avenue, Nueva York (EE. UU.).
- Considerado un prototipo de rascacielos modernos.
Relevancia
- Estructura de acero recubierta de bronce y gran superficie acristalada.
- Crea una plaza pública abierta en la fachada, transformando la relación entre la edificación y el espacio urbano.

Weissenhofsiedlung – Stuttgart, Alemania (1927)
Contexto y estilo
- Complejo habitacional de la vanguardia europea, impulsado por la Deutscher Werkbund.
- “Laboratorio” de ideas para vivienda social y producción en masa de hogares.
Relevancia
- Reunió a arquitectos como Le Corbusier y Mies van der Rohe en un experimento de eficiencia y funcionalidad.
- Decisivo en la consolidación de la arquitectura residencial moderna.

Museo Guggenheim de Nueva York – Frank Lloyd Wright (1959)
Ubicación y estilo
- Manhattan, Nueva York (EE. UU.).
- Ejemplo de arquitectura moderna con enfoque innovador en la exhibición de arte.
Relevancia
- Estructura en espiral que redefine el concepto de museo, ofreciendo un recorrido continuo y narrativo.
- Rompe con la disposición clásica de salas lineales, proponiendo una experiencia inmersiva.

Nueva Galería Nacional de Berlín – Ludwig Mies van der Rohe (1968)
Ubicación y estilo
- Berlín (Alemania).
- Pureza formal del modernismo: planta libre, estructura de acero y vidrio.
Relevancia
- Espacio diáfano apoyado en pilares esbeltos.
- “Templo del arte” donde la luz natural y la claridad estructural se vuelven protagonistas.

Casa Cubo en Róterdam – Piet Blom (década de 1970)
Ubicación y estilo
- Róterdam (Países Bajos).
- Propuesta de vivienda urbana experimental.
Relevancia
- Cubos inclinados a 45° sobre zócalos, retando la ortodoxia arquitectónica.
- Creación de un “bosque urbano” que conjuga innovación y densidad habitacional.

Villa Dirickz – Marcel Leborgne
Ubicación y estilo
- Bélgica.
- Fusiona el Estilo Internacional con elementos de Art Deco.
Relevancia
- Combina la simplicidad modernista con detalles de lujo característicos del Art Deco.
- Ejemplo de la capacidad de la arquitectura moderna de asimilar y transformar influencias.

Marina City – Bertrand Goldberg (1964)
Ubicación y estilo
- Chicago (EE. UU.).
- Conocido como la “ciudad dentro de la ciudad”.
Relevancia
- Dos torres cilíndricas que integran áreas residenciales, comerciales y de ocio.
- Anticipa la arquitectura multifuncional y autónoma de los grandes complejos urbanos.

Edificio Isokon – Wells Coates (1934)
Ubicación y estilo
- Londres (Reino Unido).
- Concebido como vivienda colectiva de corte funcionalista.
Relevancia
- Diseño que prioriza la eficiencia, la vida comunitaria y materiales innovadores.
- Vinculado a las ideas de la Bauhaus y a la estandarización de la vivienda urbana.

Casa Devon – Richard Meier
Ubicación y estilo
- Nueva York (EE. UU.).
- Uso destacado de la luz natural y del blanco como recursos esenciales.
Relevancia
- Influencia de Le Corbusier en sus líneas claras y geometría precisa.
- Propuesta de simplicidad y apertura espacial que fortalece la relación con el entorno.

Exponentes de la arquitectura moderna y las corrientes que impulsaron
A lo largo del siglo XX, diversos arquitectos enriquecieron la arquitectura moderna con visiones complementarias y corrientes distintas, revolucionando el quehacer arquitectónico:
- Louis Sullivan (1856–1924) – Funcionalismo inicial
- Aporte: Conocido por la frase “la forma sigue a la función” (form follows function). Sus primeros rascacielos en Estados Unidos, como el Wainwright Building (1890–1891), sentaron las bases de la simplificación formal y la sinceridad estructural.
- Corriente: Precursor del Funcionalismo, que la arquitectura moderna adoptaría con mayor profundidad en décadas posteriores.
- Frank Lloyd Wright (1867–1959) – Arquitectura orgánica
- Aporte: Con obras como la Casa de la Cascada (Fallingwater) (1935), promovió la integración de la vivienda con el entorno natural y el diseño de espacios internos fluidos.
- Corriente: Arquitectura orgánica, cuyo objetivo es armonizar el edificio con la naturaleza y las necesidades humanas.
- Adolf Loos (1870–1933) – Crítica a la ornamentación
- Aporte: En su ensayo “Ornament and Crime” (1908), cuestionó la sobrecarga decorativa y defendió la pureza formal y la funcionalidad.
- Corriente: Su pensamiento favoreció la depuración formal y anticipó las posturas teóricas del Racionalismo y el Minimalismo dentro de la arquitectura moderna.
- Walter Gropius (1883–1969) – Bauhaus
- Aporte: Fundador de la Bauhaus (1919), promovió la unificación de arte, técnica y producción industrial, influenciando la enseñanza de la arquitectura y el diseño.
- Corriente: Funcionalismo racional, con énfasis en la vivienda social y la estandarización, en línea con la idea de un “diseño total” que abarcara todas las escalas.
- Ludwig Mies van der Rohe (1886–1969) – Estilo Internacional
- Aporte: Autor de proyectos como el Pabellón Alemán, la Farnsworth House y el Seagram Building, sintetizados en la frase “menos es más”. Sus diseños destacan por la transparencia estructural y la reducción de elementos ornamentales.
- Corriente: Líder del Estilo Internacional, caracterizado por el uso de vidrio, acero y hormigón, y la búsqueda de la máxima pureza formal.
- Le Corbusier (1887–1965) – Racionalismo y Cinco Puntos
- Aporte: Formuló los “Cinco puntos de la arquitectura moderna” (pilotis, planta libre, fachada libre, ventana longitudinal y terraza jardín). También impulsó teorías urbanísticas como la Ville Radieuse.
- Corriente: Racionalismo, abogando por la planificación funcional tanto a nivel de edificios como de ciudades.
- Gerrit Rietveld (1888–1964) – De Stijl
- Aporte: Su Casa Rietveld-Schröder (1924) llevó a la arquitectura los postulados de la abstracción geométrica y los colores primarios propios de De Stijl.
- Corriente: De Stijl, un movimiento empeñado en la depuración compositiva a través de planos y líneas ortogonales.
- Giuseppe Terragni (1904–1943) – Racionalismo italiano
- Aporte: Con la Casa del Fascio (1932–1936) en Como, planteó una rigurosa claridad geométrica y transparencia interior, exaltando la pureza volumétrica.
- Corriente: Racionalismo italiano, vinculado a la estructura lógica y a la exaltación de la forma pura.
- Oscar Niemeyer (1907–2012) – Modernismo brasileño
- Aporte: Introdujo curvas y formas poéticas en edificios como la Iglesia de San Francisco de Asís (1943) en Pampulha y las obras centrales de Brasilia (1960), rompiendo con la ortogonalidad tradicional.
- Corriente: Modernismo latinoamericano de corte plástico y adaptado al clima tropical, trabajado junto a Lucio Costa.
- Alvar Aalto (1898–1976) – Racionalismo humanista
- Aporte: En proyectos como la Biblioteca de Viipuri (1935) o el Sanatorio de Paimio (1929–1933), fusionó la ergonomía, la naturaleza y la calidez de los materiales (en especial la madera).
- Corriente: Un racionalismo humanista, sensible al contexto nórdico y a la experiencia del usuario.
- Kenzo Tange (1913–2005) – Metabolismo
- Aporte: Lideró el desarrollo de planes urbanos con estructuras modulares y adaptables, ilustrado en el Plan para Tokio (1960).
- Corriente: Metabolismo, que conjugaba la tecnología moderna con una visión futurista y flexible de la ciudad.
- Ricardo Porro (1925–2014) – Modernismo caribeño
- Aporte: Autor de las Escuelas de Arte de La Habana (1961–1965), donde la integración de materiales locales y formas orgánicas se alineó con fines pedagógicos y sociales.
- Corriente: Modernismo tropical, sintonizado con el clima y la cultura del Caribe, e impregnado de un sentido de identidad regional.
- Mario Pani (1911–1993) – Modernismo social en México
- Aporte: Defensor de la vivienda colectiva y el urbanismo integrador. El Conjunto Urbano Nonoalco-Tlatelolco (años 60) muestra su enfoque de bloques funcionales para atender necesidades habitacionales masivas.
- Corriente: Modernismo mexicano, nutrido por el Racionalismo y el urbanismo moderno, pero enfocado en la realidad cultural y social del país.
- Guillermo González Sánchez (1893–1965) – Pionero en República Dominicana
- Aporte: Considerado introductor del lenguaje moderno en el contexto dominicano. El Edificio Copello (1947) y el Teatro Nacional Eduardo Brito (1973–1976) incorporan principios racionalistas y adaptación al clima caribeño.
- Corriente: Modernismo tropical, donde la funcionalidad y la protección solar se combinan con la expresión de la identidad local.
- Luis Barragán (1902–1988) – Modernismo emocional en México
- Aporte: Fusionó el minimalismo con elementos tradicionales y espirituales de la cultura mexicana. La Casa-Estudio Barragán (1948) y la Capilla de las Capuchinas (1955) muestran su cuidado uso del color, la luz y el agua.
- Corriente: Aunque se lo asocia al modernismo mexicano, su enfoque se describe como un “modernismo emocional”, priorizando la experiencia sensorial y espiritual sin abandonar la depuración formal.
En conjunto, estos creadores y sus respectivas corrientes —Racionalismo, Funcionalismo, De Stijl, Bauhaus, Estilo Internacional, Metabolismo, Arquitectura orgánica y variantes regionales— contribuyeron a la ruptura con el historicismo y a la adopción de tecnologías vanguardistas. Así, la arquitectura moderna se convirtió en un vehículo para abordar necesidades sociales, aprovechar avances industriales y forjar nuevas identidades espaciales. Su legado permanece vigente, inspirando prácticas contemporáneas e impulsando la reflexión sobre cómo habitamos y damos forma a nuestro entorno construido.
Referencias
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- Giedion, Sigfried. Space, Time, and Architecture: The Growth of a New Tradition. Harvard University Press, 1941.
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- Venturi, Robert. Complexity and Contradiction in Architecture. The Museum of Modern Art, 1966.
- Jencks, Charles. The Language of Post-Modern Architecture. Rizzoli, 1977.
- Conrads, Ulrich (editor). Programs and Manifestoes on 20th-Century Architecture. MIT Press, 1970.
- Foster, Norman. Norman Foster Works 1-5. Prestel, 2000.